+¿Y la siguiente generación?
Los protagonistas del Vaticano II, Medellín y Puebla están desapareciendo y no han conseguido pasar en adelante lo suficiente de sus sueños de un nuevo modelo de Iglesia. Las nuevas generaciones de curas, seminaristas y laicos ( a no ser una minoría) son de cuño conservador, clerical, intra-eclesial, pietista. No son ni creativas, ni misioneras.
La dimensión del Reino, de las CEBs y de la liberación no ha creado estructuras eclesiásticas y pastorales correspondientes.
Los mismos términos que expresan de forma mas clara estas realidades, han sido abdicados o substituidos; progresivamente desaparecen de los recientes documentos eclesiales.
Lo comunitario tiende a ser identificado con un modelo cristalizado de liturgia, o con una poderosa burocracia parroquial.
Aparecieron diferentes intentos de organizar las CEBs. A veces eran de “arriba hacia abajo”, como que se anticipando a la vida, se crearon estructuras, suponiendo que ellas iban a generar vida.
En otras partes, las CEBs conociendo un significativo éxito inicial, provocado por diferentes circunstancias ocasionales, se estratificaran en este modelo.
Los líderes eclesiásticos hoy, no solamente en las CEBs, manifiestan estar siendo influenciados por un creciente culto de personalidad. Muchos se resienten también del autoritarismo de algunas olas recientes de ministros ordenados (tanto de curas como de diáconos).
La inspiración de la espiritualidad se queda más y más en manos de los movimientos y de las órdenes, congregaciones e institutos religiosos. En las CEBs no se trabajó suficientemente la sistematización de esta dimensión o no se la explicito adecuadamente, aún cuando están siempre presentes en su vida, como realidad comunitaria y no solamente como “crecimiento” de individuos fuera del conjunto. Más que héroes singulares, se quiere una comunidad santa, a estilo de los primeros tiempos, cuando la conciencia era de que la comunidad cristiana es santa, formada por los que están en Cristo-Jesús (santos). La costumbre de canonizaciones de individuos particulares es posterior. Surge con los mártires y se amplia con los monjes y la tradición medieval.
+ Manipulaciones.
En las CEBs, el análisis de la realidad global neoliberal, ha sido constante. Esto no ocurrió siempre con el análisis de otras dimensiones de su vida y acción eclesial.
La crítica a grupos y movimientos de izquierda social y política parece haber sido menos rigurosa y más benigna. Estuvo ausente una denuncia adecuada a los que hicieron uso del nombre de las CEBs y a veces de sus propuestas y novedad, como estrategia de punta. No faltaron los que procuraron valerse de las CEBs, como su instancia de base sea cívico-social, sea pastoral (hemos dicho que eso era hacer de las CEBs un “camión de alquiler”).
La auto-crítica de las CEBs o no ha acontecido con la debida frecuencia, o no ha sido adecuada. En contra partido, los medios de comunicación lograron imponer una imagen negativa de CEBs que les ganó el rechazo, sea de la gente como de la jerarquía de la Iglesia.
+ ¿Exclusivas?
Ya mencionamos que, en algunos lugares, por circunstancias, históricas muy peculiares y también por la realidad del continente de mayoría pobre (y creyente), las CEBs han tenido mayor éxito y presencia en las clases socialmente menos favorecidas y en las periferias.
No faltaron los que llegaron a proclamar que las CEBs no serían para todos, sino solamente para el sector de los oprimidos.
La reacción no se hizo esperar: se acusó a las CEBs y los que a ellas se dedicaban de promover un elitismo social hacía “abajo”. De meterse en política (entiéndase politiquería).
A propósito de aquellos que se encuentran en el área universitaria, en el mundo técnico y científico o de las comunicaciones, entre los llamados “intelectuales”, no ha sido raro el interés teórico y práctico por este nuevo modo de ser Iglesia y de ser ciudadano.
Muchos que hasta ahora participan en el proceso de las CEBS (como miembros o asesores) son profesionales, maestros, pequeños comerciantes, técnicos en diferente sectores, etc. También de las CEBs, particularmente en Brasil, salieron militantes políticos, sea a nivel del Estado, municipios u otras instancias. En el Congreso Nacional, los casos han sido raros, pero existieron.
+ La religiosidad popular.
De parte de la gente de las CEBs. no hubo crisis entre la religiosidad popular y la comunidad de base; al contrario, en la vida de la gente las dos cosas caminaron juntas. Las crisis que aparecieron fueron más en el sector de los agentes o asesores.
Todavía no se explotó plenamente todo el potencial transformador de la devoción mariana. El santoral y martirial latinoamericano sigue desvalorado desde las instancias de poder eclesial. La gente continua “canonizando” a sus mártires, como Angeleli, Romero, Rutílio Grande y muchísimos otros.
+ Programas y paquetes
En las últimas décadas se han multiplicados programas y sistemas que proponían paquetes y fórmulas de éxito para hacer surgir CEBs. (Renacer, NIP, SINE… sin mencionar a los grupos de la Renovación Carismática, y a los Neo-catecúmenos…).
En la práctica, han actuado como movimientos o sistemas que no se han preocupado por llevar a las Iglesias locales a asumir una pastoral creativa, en materia. Al contrario, corren el riesgo de ser colonialistas, imponiendo una teología y espiritualidad que no valoran la originalidad local. Imponen sus estructuras. Toman los agentes de base, no como sujetos, sino como ejecutivos de sus recetas pastorales, por lo general rígidas y elaboradas en otros contextos y desde otras experiencias.
IV. PROPUESTAS
1-Suprimir el lenguaje ambiguo
Mantener la nomenclatura de Comunidad Eclesial de Base (CEB), evitando todo lo que permita interpretar las CEBs como un mero grupo de oración, de acción social o reducirlas a encuentros de la lectura orante de la Biblia o de círculos bíblicos. Por lo tanto, no hay que llamar a las CEBs con la expresión generalizada de “Pequeñas Comunidades” o “Comunidades Fraternas” y congéneres, sino quedarse con la nomenclatura de Medellín-Puebla y de las encíclicas papales (E. Nuntiandi; Redemptoris Missio)
2. Reconocimiento
+ Establecer exigencias mínimas para que un grupo sea reconocido como CEBs, quiere decir, para que represente la Iglesia en su instancia de base. Al mismo tiempo dejar espacio a la flexibilidad, considerando que el proceso de establecer estas iglesias locales es novedoso, todavía en proceso y no se encuentra en el Código de Derecho Canónico. Debe haber lugar para la diversidad cultural, respectando los diferentes contextos en que ellas se establecen.
+ Dar a las CEBs, el reconocimiento oficial, mediante previas condiciones para que a un grupo se identifique como Iglesia de base. El sector donde ellas se encuentran debe tener claro que ellas son una presencia oficial de la Iglesia-sacramento, en su área
+ Entender que la Parroquia es “Comunidad de Comunidades”, cuando ella alcanza a establecer una reda partir de las CEBs.
3. Posibles configuraciones de las CEBs.
Hay que tener claro y aceptarlo, que se va a tener niveles distintos de intensidad en la configuración y vida de esas CEBs. Ellas se encuentran más bien como semillas, pero no como árboles plenamente desarrolladas. Es importante darles atención y apoyo, no ocasiones, sino sistemáticos y permanentes.
4. Formación y elaboración teológica
Los coordinadores de las CEBs necesitan de una formación adecuada. No son meros ministros de una acción pastoral (catequesis, liturgia, social…), sino que tienen un papel de “presidencia”, de servicio de la unidad en la comunión eclesial, en la misma perspectiva del ministro ordenado, solo que lo hacen por “misión canónica” (ministerio extraordinario).
La CEB como tal necesita de una preparación bíblica y comunitaria que le permita tener clara la meta del Reino de Dios, su identidad y responsabilidades eclesiales. Debe también elaborar la teología para nuevos tiempos, una vez que su vida y ritmo están siendo afectados de forma diferente de lo que pasó en las décadas anteriores. Eso significa hacer teología.
5. Espiritualidad
La ESPIRITUALIDAD es la mística, como el fuego que quema y no consume, como el dinamismo central y vital de la comunidad eclesial. Kart Rahner decía que los cristianos del futuro o serán místicos o no serán cristianos.
Tratase de implementar una espiritualidad realmente eclesial, que no se reduce al carisma de un movimiento u orden-congregación religiosa. Una mística comunitaria, misionera, servidora, que siempre han dado identidad evangélica a la Iglesia, en cualquier época o lugar de la historia.
Por ejemplo, cuando de las dictaduras militares, las CEBs eran prácticamente el único espacio de base que sobrevivió por la protección de la Iglesia; en las primeras olas de migrantes internacionales, donde las CEBs han representando un punto de encuentro confiable y a veces único . No se puede pasar por arriba la presencia evangélica y generosa de muchas comunidades religiosas femeninas – algunas masculinas también – con la llamada “inserción” en el mundo de los pobres y oprimidos.
Valerse, para eso, de gestos públicos como: imposición de las manos, entrega de la Biblia, u otros.
Explicitar y profundizar lo que tiene que ser una nueva teología, reflexionando desde la fe y la practica de la realidad del continente sobre:
+ La violencia globalizada tanto a nivel de la organización (drogas, tráfico de niños, mujeres), como la violencia callejera, que ha creado inseguridad, sospecha, actitud defensiva y disposición muy cercana a la justicia por las propias manos;
+ la corrupción política de las instituciones básicas de la sociedades, de los líderes;
+ la comercialización de toda realidad humana y social (deporte, escuela, medicina, etc)
+ la ecología y patrimonio común de la humanidad
+ el nuevo estilo de clero y seminaristas
+ el qué y porqué de la volta atrás del Vaticano II, fidelidad a la herencia del camino eclesial latino americano de Medellín al momento actual + el impacto de una religiosidad emocional, masiva, de eventos inflados y trabajado por la media a servicio del consumismo con abundancia de milagros y omnipresencia demoníaca, muy a gusto de las sectas neo-pentecostal.
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